Gasto anual en calefacción de vivenda de 100 m2 |
Baixo consumo, eficiencia
enerxética, enerxías renovables, sostibilidade, pegada de carbono, etc. Seguro
que escoitades con cada vez máis frecuencia termos similares a estes.
Dende o dubidoso
“compromiso” do protocolo de Kioto de 1997, pasando por “An inconvenient Truth”
(Unha verdade incómoda) de Al Gore do 2006, ata as cada vez máis frecuentes
subidas nas facturas da luz e o polémico Decreto das renovables1; a
concienciación da cidadanía pasou dun estado de curiosidade e observancia a unha sensibilización en
tímido crecemento que se amplía segundo se converte nun problema de índole
económica.
O noso campo de
traballo e especialización, a edificación, é a responsable durante a súa
construción e vida útil de aproximadamente o 40% da consumo de enerxía total do
país.
O estándar de espazo
de vida confortable foi mudando cos anos, evolucionando
cara a consecución dun ambiente con temperatura estable entre os 21º C en
inverno e os 24º C en verán, e unha ventilación que pasou de estar controlada
polos habitantes da casa a ser obrigatoria con aperturas mínimas constantes.
Sen embargo o sector
da promoción inmobiliaria, movido pola rendibilidade a curto prazo, nunca se
molestou en calcular os prazos de amortización das posible melloras en
illamento térmico nas vivendas. Escusándose en que o público obxectivo o que
quere é unha vivenda barata (cousa que por outra banda tampouco é que lle
ofreceran, cos prezos que se chegaron a pagar), dedicáronse durante décadas a
cumprir de mala gana as normativas de illamento térmico, sen valorar ou ofrecer
unha calidade real aos compradores.
O clima galego, en
concreto o oceánico no que realizamos a maior parte da nosa labor profesional,
caracterízase ademais de pola presenza habitual de auga e humidade, por unhas
temperaturas moi suaves. Pero a construción convencional nunca aproveitou esta
vantaxe, recorrendo sen mais a potentes sistemas de calefacción para quentar
espazos deficientemente illados.
Os galegos temos fama
de xente pragmática, pero o sector aínda nunca ofertou unha alternativa baseada
no aforro a longo prazo, na inversión en aforro enerxético. Unha oferta que de
estenderse como modelo suporía unha mellora auténtica das vivendas novas respecto
das usadas, e non a situación actual, na que as vantaxes reais de pagar un 60%
máis por unha vivenda a estrear se reducen a ter videoporteiro, fiestras con
vidro dobre e uns acabados algo máis actualizados, a cambio de ter unhas
estancias ata un 30% máis pequeñas.
¿Haberá cambio de
tendencia? Despois destes anos, esperemos que non sexan moitos mais, de
revisión do sistema, ¿conseguiremos a nova xeración de técnicos mudar o
pensamento dos promotores? Nos aínda albergamos algo de esperanza.
1 texto completo en http://www.boe.es/boe/dias/2014/06/10/pdfs/BOE-A-2014-6123.pdf
Bajo
consumo, eficiencia energética, energías renovables, sostenibilidad, huella de
carbono, etc. Seguro que escucháis con cada vez más frecuencia términos
similares a estos.
Desde
el dudoso “compromiso” del protocolo de Kioto de 1997, pasando por “An
incovenient Truth” (Una verdad incómoda) de Al Gore en el 2006, hasta las cada
vez más frecuentes subidas en las facturas de la luz y el polémico Decreto de
las renovables1; la concienciación de la ciudadanía pasó de un
estado de curiosidad y observancia a una sensibilización en tímido crecimiento
que se amplía según se convierte en un problema de índole económico.
Nuestro
campo de trabajo y especialización, la edificación, es la responsable durante su
construcción y vida útil de aproximadamente el 40% del consumo de energía total
del país.
El
estándar de espacio de vivienda confortable fue cambiando con los años,
evolucionando hacia la consecución de un ambiente con temperatura estable entre
los 21º C en invierno y los 24º C en verano, y una ventilación que pasó de
estar controlada por los habitantes de la casa a ser obligatoria con aperturas
mínimas constantes.
Sin
embargo el sector de la promoción inmobiliaria, movido por la rentabilidad a
corto plazo, nunca se molestó en calcular los plazos de amortización de las
posibles mejoras en aislamiento térmico en las viviendas. Excusándose en que el
público objetivo lo que quiere es una vivienda barata (cosa que por otra parte
tampoco es que le ofreciesen, con los precios que se llegaron a pagar), se
dedicaron durante décadas a cumplir de mala gana las normativas de aislamiento
térmico, sin valorar u ofrecer una calidad real a los compradores.
El
clima gallego, en concreto el oceánico en el que realizamos la mayor parte de
nuestra labor profesional, se caracteriza además de por la presencia habitual
de agua y humedad, por unas temperaturas muy suaves. Pero la construcción
convencional nunca aprovechó esta ventaja, recurriendo sin más a potentes
sistemas de calefacción para calentar espacios deficientemente aislados.
Los
gallegos tenemos fama de gente pragmática, pero el sector aún nunca ofertó una
alternativa basada en el ahorro a largo plazo, en la inversión en ahorro
energético. Una oferta que de extenderse como modelo supondría una mejora
auténtica de las viviendas respecto de las usadas, y no la situación actual, en
la que las ventajas reales de pagar un 60% por una vivienda a estrenar se
reducen a tener videoportero, ventanas con vidrio doble y unos acabados algo
más actualizados, a cambio de tener unas estancias hasta un 30% más pequeñas.
¿Habrá
cambio de tendencia? Después de estos años, esperemos que no sean muchos más,
de revisión del sistema, ¿conseguiremos la nueva generación de técnicos cambiar
el pensamiento de los promotores? Nosotros aún albergamos algo de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario